lunes, 21 de julio de 2008

La calle es angosta...

La calle es angosta, el charco de aguas tristes cruza el pavimento de un lado a otro y frente a mí una chispa de calor se enciende ante los ojos de la tempestad; él mira mi rostro: dócil y seco...

Camino discretamente, silencioso y austero; él me mira de nuevo, observa mi torpe silueta desde la penumbra de mundos distantes: ¡¡quebrantados por la puta corriente de almas negras y tristes chillidos!!, que se mecen, van y vienen sobre el pavimento frágil como tu cuerpo: solitario y fugaz, mío y no mío, vivo-muerto.

Clavo mi mirada en tus ojos, sigo adelante, doy un salto y ya estoy del otro lado; la ironía juega a las cartas ahorca el nudo que se retuerce en mi pecho y, mientras el agua llora, tus ojos queman y el nudo me ahorca el pecho tu aún me miras: dócil y seco; sin siquiera escuchar el crujir de letras que retumban como eco en mi cabeza, la sacuden y la vuelven a golpear sin piedad alguna mientras el agua llora, tus ojos queman y el nudo me ahorca el pecho...

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