domingo, 28 de septiembre de 2008

inconciente

No me veo detrás de un escritorio.
En realidad nunca lo hice aún cuando decidí inscribirme a esta carrera. Creo que ni el hospital ni el consultorio están en mi mañana. Es como si todo fuera un plan maligno que estuve diseñando desde el nacimiento. Como cuando se tiene la vaga idea de enfermarse y justo al día siguiente se amanece con una gripa espantosa. Así de misterioso es el cerebro. Siempre hay un otro YO escondido entre el sistema intentando sabotear los planes por debajo del agua.

¡Creo hay todo un movimiento de izquierda en lo más profundo de mi ser que planea la revolución!

No deseo guerras, muertes ni destrucciones; en realidad podemos llegar a un acuerdo, solo es cuestión de decir la verdad y nada más que la verdad. Sinceridad por favor ¡humildad!, es al fin y al cabo mi necesidad para morir y saber, realmente saber que fue un acuerdo nuestro y de nadie más, eso a lo que algunos filósofos existenciales vulgarmente llaman: desición.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Costumbre..

Mis dedos huelen a tabaco barato otra vez pero ya nada puede importarme; quince pesos es una cantidad módica para uno que fuma como puta sin chamba. Además, con eso de que ya hasta le hago de filósofo de parque no tengo pretexto alguno para quejarme por tonterías. Es cuestión de sentarse tranquilamente sobre la banca mas oculta de la plaza, allá donde ni los pichones cagan y, luego de haber escuchado una buena rola de radiohead en mis disc-man disponerse a observar, a pensar en el blanco y negro, desde la teoría cuántica hasta mis tics faciales. Sí. Así de fácil es. Así de sencillo es mirar hacia afuera, ahí donde todo se mueve tan rápido que hasta parece tener vida propia. Así de simple es olvidarse de adentro donde hay humo corriente y un vacío i-rrellenable. Así nomas.



Así me olvido de mí.



Creo que hay de costumbres a costumbes. ¿la mía?... decirme la neta hasta que por fin logro haztiarme de todo; e ahí cuando realmente soy, y sin embargo, sigo haztiado.