domingo, 28 de septiembre de 2008

inconciente

No me veo detrás de un escritorio.
En realidad nunca lo hice aún cuando decidí inscribirme a esta carrera. Creo que ni el hospital ni el consultorio están en mi mañana. Es como si todo fuera un plan maligno que estuve diseñando desde el nacimiento. Como cuando se tiene la vaga idea de enfermarse y justo al día siguiente se amanece con una gripa espantosa. Así de misterioso es el cerebro. Siempre hay un otro YO escondido entre el sistema intentando sabotear los planes por debajo del agua.

¡Creo hay todo un movimiento de izquierda en lo más profundo de mi ser que planea la revolución!

No deseo guerras, muertes ni destrucciones; en realidad podemos llegar a un acuerdo, solo es cuestión de decir la verdad y nada más que la verdad. Sinceridad por favor ¡humildad!, es al fin y al cabo mi necesidad para morir y saber, realmente saber que fue un acuerdo nuestro y de nadie más, eso a lo que algunos filósofos existenciales vulgarmente llaman: desición.

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