martes, 15 de julio de 2008

El sacerdote (primera parte).

Dicen que es necesario desnudarse para escribir una buena nota; y, una vez haciéndolo, la función de las palabras surge efecto: se descubren campos desconocidos de nuestro ser y se alivian las fisuras del alma.

Me gustaría relatar cómo conocí al "sacerdote". (por motivos de seguridad fue necesario cambiar su nombre y apodarle "Ramiro").

I
– Está fácil, es cosa de decidirse y ya, nomás rociamos un poco en un trapo y hacemos que lo respire; el cloroformo en pocas cantidades duerme cabezas, pero si nos pasamos les chingamos los riñones. – Dijo Ramiro en un tono de compadecencia y hubo un silencio.
– ...como en la película de “hannibal” al final, cuando duermen a la detective, aunque creo que eso era heroína.. – Mencioné con la intención de no dejar un vacío en la conversación.
– Pues estuve investigando y es cloroformo, pero necesitamos un carro, el mío está descompuesto pero lo quiero mandar a arreglar, tengo un vocho.
– Orale ¿y tu crees que se pueda?, digo, igual y ni se le para al pobre morrillo por estar todo drogado...Los dos reímos por un rato e hicimos mas bromas de ese tipo; con policías en helicópteros y redadas secretas que terminaban por capturarnos, pero, luego de eso, nunca más se habló al respecto. Hasta hace apenas un par de días.

2 comentarios:

christian dijo...

soy christian...
no entiendo lo que escribes...
parece que vas a robar a alguien...
parece que conoces a alguien...
parece muchas cosas, pero no se de que hablas...
pero bueno pues tal ves yo soy el que no sabe entender.

Sergiuzs Symelka dijo...

jaja te prometo que no robaré a nadie.